miércoles, 10 de abril de 2013

Palacio de las bellas artes. Méjico.

La construcción del Palacio de Bellas Artes inició en 1904 como una propuesta del arquitecto italiano Adamo Boari para crear un nuevo teatro nacional que formaría parte de los festejos por el centenario de la Independencia de México, promovido por el entonces presidente Don Porfirio Díaz que legó a la ciudad algunos de sus más notables monumentos como el Ángel de la Independencia o el Hemiciclo a Juárez. El nuevo Teatro Nacional estaba concebido para ser uno de los mayores del mundo y estar a la altura de foros tan importantes como la Ópera de París. Sin embargo el proyecto se vio retrasado por el estallido de la Revolución Mexicana de 1910, por lo que de ese sueño ecléctico construido en mármol de Carrara solo quedó todo el exterior y el magnífico telón de cristal diseñado por la prestigiosa firma Tiffany's que sirve de fondo a las presentaciones de las diversas orquestas nacionales e internacionales que ahí se presentan.
Años más tarde, durante el gobierno del presidente Pascual Ortiz Rubio, se decidió continuar la construcción del recinto, encargando el proyecto al destacado arquitecto mexicano Federico Mariscal, autor de otras joyas arquitectónicas Art Deco de la Ciudad de México como el Edificio La Nacional. Este arquitecto tuvo a su cargo la difícil tarea de conciliar el estilo Art Nouveau del exterior con las corrientes arquitectónicas de la época, llevando a cabo una magnífica integración entre ambas y legando uno de los interiores Art Deco más destacados del mundo con el uso de lámparas y detalles inspirados en el pasado indígena que engrandecen el vestíbulo y la sala principal. Asimismo los muros del interior fueron decorados con obras de los más destacados muralistas mexicanos la época como Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, Juan O´Gorman y Rufino Tamayo entre otros.
En este magnífico edificio se llevan a cabo un gran número de actividades artísticas y culturales que van desde exposiciones de pintura, escultura y arquitectura hasta sus famosas presentaciones de ópera y música de concierto sin dejar al lado el ballet clásico y el ballet folklórico de Amalia Hernández. Mención especial merece la plaza localizada en la entrada principal donde pueden apreciarse las famosas esculturas de Pegaso que constrastan con la moderna belleza de la vecina Torre Latinoamericana que le da al lugar un toque cosmopolita.

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