Con el desplazamiento del campo a la ciudad, comienza a plantearse una reflexión urbanística. Se evidencian problemas por el rápido crecimiento de las ciudades. Se aplican materiales nuevos: hierro, cristal, hormigón armado.... El hormigón se aplica en edificios funcionales a fin del siglo XIX y principios del XX, luego se aplicó a la vivienda. Es ahora cuando las escuelas de ingenieros se multiplican. Se buscan unos objetivos:
Combatir el eclecticismo. Se rechazan los estilos neos y se apuesta por las nuevas tipologías.
Se propugna una ciudad activa. Se rechaza la ciudad envilecida por lo industrial y se potencia la posición del individuo.
Se evitan los grandes bloques, apostando por la escala humana.
Se desean superficies onduladas, balcones numerosos y predominio del cristal.
Los nuevos materiales se dejan a la vista. Al ser tan diversos, dan gran cantidad de texturas.
Predomina la cerámica vidriada formando motivos vegetales y ornamentales, de ello da buena cuenta Gaudí.
La funcionalidad ligada a lo decorativo, se convierte en el eje de actuación más importante.
Predomina la asimetría. Se ha llegado a decir que la casa modernista se estructura desde dentro hacia fuera.
Obras:
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